La historia del Éxodo, narrada en el segundo libro de la Biblia, cuenta la épica travesía de los israelitas desde la esclavitud en Egipto hacia la libertad y la promesa de una nueva tierra. Comienza con los israelitas bajo el régimen opresivo del faraón en Egipto. A pesar de su descendencia de José, quien una vez salvó a Egipto de la hambruna, los egipcios se alarmaron por el crecimiento de los israelitas y los esclavizaron.
Moisés nace en este contexto. Su madre lo escondió de las autoridades que buscaban matar a los niños hebreos varones. Luego, Dios permitió que fuera adoptado por la hija del faraón. Moisés crece en la corte egipcia, pero después de matar a un egipcio por golpear a un esclavo hebreo, huye a Madián. Allí encuentra a Dios en una zarza ardiente. Dios le revela su plan para liberar a los israelitas. Con aprensión, Moisés regresa a Egipto, acompañado de su hermano Aarón, para confrontar al faraón con la demanda de Dios de liberar a los israelitas.
La negativa del faraón desencadena una serie de plagas devastadoras en Egipto, cada una mostrando el poder de Dios y su juicio contra los dioses egipcios. La última, la muerte de los primogénitos, es evitada para los israelitas mediante la primera Pascua, en la que la sangre de un cordero, pintada en los marcos de las puertas, salva a sus hogares. Este evento obliga al faraón a liberar a los israelitas, quienes emprenden su éxodo.
Pacto
Un acuerdo solemne entre Dios y su pueblo en el que Dios promete bendecir a su pueblo si obedecen sus mandamientos y leyes. Aunque los Diez Mandamientos están en el corazón del pacto de Dios con Israel, Dios dio a Israel muchas otras directrices en el Pentateuco. La naturaleza del pacto se describe especialmente en Deuteronomio 28.
Sin embargo, el cambio de opinión del faraón lo lleva a perseguir a los israelitas, resultando en un enfrentamiento culminante en el Mar Rojo. Dios milagrosamente separa las aguas, permitiendo a los israelitas pasar, y luego cierra las aguas, ahogando al ejército egipcio. El viaje de los israelitas continúa hasta el Monte Sinaí, donde Dios establece un pacto con ellos, proporcionando leyes y mandamientos, siendo los principales los Diez Mandamientos, junto con instrucciones para construir el Tabernáculo.
El éxodo es fundamental en la identidad y fe israelita, una maravillosa ilustración del carácter de Dios. Dios es un Dios que salva. También captura su poder, su fidelidad y su inclinación a liberar de la opresión. Dios dio a Israel la Ley, que estaba lejos de ser una carga. Más bien, proporcionaba un cerco de protección para Israel contra los pueblos y dioses circundantes. La Pascua, que conmemora su liberación de Egipto, se convirtió en una parte central de la historia de Israel y una clara indicación del amor de Dios por ellos.
Para los cristianos, el Éxodo resuena profundamente, simbolizando la libertad espiritual del pecado a través de Jesucristo. Los escritores del Nuevo Testamento frecuentemente aluden a temas del éxodo. Jesús es el nuevo Moisés, el libertador definitivo y mediador de un nuevo pacto. Así como Moisés guió a los israelitas a la libertad, Jesús, mediante su vida, muerte y resurrección, guía a la humanidad a la liberación espiritual.
El Nuevo Testamento presenta a Jesús como el Cordero de la Pascua, cuya muerte sacrificial y resurrección victoriosa traen salvación y reconciliación con Dios. Los cristianos de todo el mundo conmemoran la Última Cena de Jesús, que fue una comida de Pascua, como un recordatorio de esta redención. Los temas del éxodo, como la liberación, el pacto y la presencia divina, encuentran cumplimiento en Jesús, reforzando y profundizando su significado en la teología cristiana.
Los sacramentos y rituales cristianos, como el bautismo y la Cena del Señor (comunión), reflejan temas del éxodo. El bautismo resuena con el paso de los israelitas por el Mar Rojo, simbolizando la liberación del pecado y la entrada a una nueva vida de pacto. La Cena del Señor, reflejando la Pascua, celebra la muerte sacrificial y resurrección de Jesús, la fuente de la liberación cristiana y la vida eterna.
La narrativa del éxodo trasciende las fronteras religiosas, simbolizando esperanza, liberación e intervención divina. Inspira varios movimientos de liberación, subrayando la búsqueda de libertad, justicia y dignidad humana, fundamentada en la creencia en un Dios preocupado por la situación de los oprimidos y comprometido con su liberación.