El Dr. Lennox llama al llamado de Abraham por parte de Dios la "bisagra" de la Biblia. Es el comienzo de un punto de inflexión que culminará en Cristo. La bisagra se centra en dos promesas que Dios le hace a Abraham:
“Haré de ti una nación grande y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga lo maldeciré; y por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra.”
Génesis 12:2-3 EM
No solo Dios promete engrandecer a Abraham y al pueblo que descenderá de él. Dios también promete bendecir al resto del mundo a través de él.
Desde una perspectiva cristiana, esta bendición para todo el mundo llegó a través de Jesús como el "descendiente" definitivo de Abraham (cf. Gál. 3:16 EM). Todos los que confían en Jesús se convierten en hijos de Abraham (cf. Rom. 4:11-12 EM; 4:16-17 EM).
En su video, el Dr. Steve Lennox examina la transición de Génesis 11 EM a Génesis 12 EM, marcando un cambio significativo en la narrativa bíblica. Génesis 11 EM concluye con la humanidad en desesperación, distante de Dios, unos de otros, de sí mismos y del mundo, atrapados en una situación aparentemente sin esperanza. Este escenario sombrío prepara el terreno para la transformación profunda anunciada por el inicio de Génesis 12 EM. Aquí, las palabras de Dios a Abraham introducen un nuevo capítulo lleno de esperanza y promesa.
A pesar de los obstáculos y las improbabilidades significativas, incluyendo la esterilidad y los fracasos morales entre los descendientes de Abraham, Dios promete hacer de Abraham el padre de una gran nación, y a través de su linaje, todas las naciones de la tierra serán bendecidas. Esta promesa, como señala el Dr. Lennox, actúa como una bisagra clave en la Biblia, cambiando la narrativa del problema insoluble del pecado humano y la separación a la solución divina de Dios y el desarrollo de su plan de redención.
El Dr. Lennox enfatiza las dificultades en los inicios de esta nación. Está, por ejemplo, la esterilidad de Sara y Rebeca. También están los fracasos morales de los descendientes de Abraham, incluyendo el engaño y la traición de Jacob a su hermano Esaú. A pesar de estos contratiempos y un comienzo aparentemente dudoso, nos damos cuenta de que Dios tiene la intención de construir no solo cualquier nación, sino una nación de creyentes. Las circunstancias improbables y las fallas morales no detienen el plan. Más bien, la fe de los descendientes de Abraham aumenta, culminando en una comunidad de individuos como Jacob y José que se aferran firmemente a la creencia en el plan y propósito mayor de Dios.