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La muerte y resurrección de Jesús

Requisitos de finalización

La muerte y resurrección de Jesús es el evento fundamental de toda la historia. Es el momento en que el problema humano fue resuelto. Es el clímax de la historia humana. Todo antes de Cristo apuntaba hacia Él, y todo después es el desarrollo de Su obra. La mente humana no puede comprender completamente este misterio. Los cristianos han usado varias imágenes para tratar de entender algunas piezas de este rompecabezas divino.

La Muerte de Jesús

Juan 3:16 y Romanos 5:8 capturan la motivación de Dios al enviar a su Hijo a morir en la cruz. “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” Dios envió a Jesús para rescatar a la humanidad, para reconciliarla consigo mismo. Y la razón fue su gran amor por nosotros.

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.”

Juan 3:16

Después del pecado de Adán y Eva, nos encontramos alienados de Dios, esclavizados al poder del pecado en el mundo (cf. Romanos 7:14-15). La muerte de Jesús fue como pagar un rescate por nuestra libertad (Marcos 10:45). El objetivo final de todo esto es la reconciliación de la humanidad con Dios (cf. 2 Corintios 5:18-19) y una “Nueva Jerusalén” que no solo devuelve a la humanidad al estado anterior a Adán, sino que nos lleva a la plenitud de lo que Dios quería para nosotros (Apocalipsis 21).

Romanos 3:25 dice que Dios ofreció a Jesús como sacrificio de expiación. “Dios ofreció a Cristo como sacrificio de expiación para que, por su sangre, se recibiera el perdón de los pecados.” La Biblia no cuantifica estas cosas, simplemente indica que la muerte de Jesús tuvo sentido dado el peso del pecado humano.

1 Pedro 2:24 dice: “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia; por sus heridas ustedes han sido sanados.” Deberíamos haber muerto por nuestros pecados, pero Jesús murió en nuestro lugar. En un sentido muy real, Él tomó nuestro lugar en la cruz.

Después del pecado de Adán y Eva, Dios permitió que Satanás tuviera un extenso poder sobre este mundo. Parte de Jesús expulsar demonios fue el inicio de su derrota (cf. Lucas 11:20). Hebreos 2:14 indica que la muerte de Jesús trajo la derrota final del Diablo. Aunque aún está luchando, su condena es segura (cf. Apocalipsis 20:10).