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Ayuno

Completion requirements

Algunos consideran erróneamente que el ayuno es simplemente una privación de uno mismo destinada a demostrarle a Dios que vamos en serio. Sin embargo, como sostiene el Dr. J. L. Miller en su descripción general de este tema, el ayuno no consiste simplemente en rechazar la comida o aceptar el hambre para demostrarle a Dios nuestra sinceridad. Más bien, el ayuno tiene múltiples dimensiones. Es una disciplina espiritual con grandes beneficios que a menudo se ignora en la actualidad.

Cuando oímos hablar del ayuno, es comprensible que pensemos inmediatamente en la comida. Sin embargo, el ayuno implica mucho más que restricciones dietéticas. Como indica el Dr. Miller, puede ser una práctica espiritual profunda. Como medio de gracia, estos son algunos de los dones que Dios a veces puede darnos a través del ayuno.

Reconocer la dependencia

En esencia, el ayuno revela nuestra profunda dependencia de Dios. Al abstenernos temporalmente de alimentarnos, recordamos las bendiciones diarias que a menudo damos por sentadas. Todo, desde la salida del sol hasta el crecimiento de los cultivos, ilustra nuestra dependencia de la provisión de Dios. Esta constatación puede ser una lección de humildad y nos puede ayudar a sentirnos agradecidos.

Cultivar la gratitud

El acto mismo de abstenerse de comer fomenta el aprecio. En la descripción del video, el Dr. Miller habla con humor sobre cómo no poder comer su cereal favorito puede hacer que lo aprecie más cuando pueda comerlo nuevamente. El ayuno puede hacernos apreciar a todos aquellos que ponen los alimentos a nuestra disposición, desde los agricultores hasta los camioneros y los tenderos, sin mencionar a Dios por el sol y la lluvia que nutren la tierra. Esta conciencia puede hacer que nos centremos en lo que nos falta y nos centremos en la abundancia que a menudo se nos concede a diario.

El hambre de Dios

El hambre física puede reflejar nuestra hambre espiritual. Cuando sentimos los dolores del estómago vacío, puede provocar un anhelo más profundo por Dios, un anhelo de su presencia y guía. Esta alineación del deseo físico y espiritual puede crear una conexión más profunda con Dios, enriqueciendo nuestra fe.

Dominio sobre los deseos

El ayuno cultiva la disciplina. Al resistir la tentación, por ejemplo, de nuestra tienda de donas favorita durante nuestro ayuno, fortalecemos nuestra fuerza de voluntad. Esta disciplina, perfeccionada durante el ayuno, puede ayudarnos a navegar por otras tentaciones de la vida, reforzando nuestra capacidad de elegir un camino espiritual en lugar de deseos fugaces.


Como se menciona en el video, el ayuno no es solo “combustible para la oración”. Si bien el ayuno puede amplificar nuestras oraciones, considerarlo únicamente como un medio para hacer que nuestras oraciones sean más efectivas nos hace perder de vista algunos de sus otros beneficios potenciales. El ayuno no consiste únicamente en presentarle a Dios una "petición mayor". También consiste en aquietar nuestro caos interior, para que seamos más receptivos a la voz de Dios.

El ayuno tampoco es un mandato perpetuo. A lo largo de la historia, los calendarios religiosos han reservado temporadas específicas para el ayuno y la celebración, cada una con su propio significado. Así como hay momentos para la introspección y la moderación, hay momentos para la celebración y la gratitud. El ayuno nos ayuda a lograr este equilibrio, permitiéndonos aceptar tanto el flujo como el reflujo de la vida espiritual.

El ayuno es, en última instancia, una herramienta de transformación. Es un viaje hacia el interior, una exploración de nuestras profundidades espirituales. Al elegir conscientemente la abstinencia, nos abrimos a una relación más profunda con Dios y a la revelación de Dios. Es una práctica espiritual saludable que a menudo se pasa por alto en estos días. Haríamos bien en retomarlo como disciplina espiritual.